viernes, 18 de septiembre de 2009

El control de contenidos según la ley de medios


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Dice el artículo 13 del Reglamento de la Cámara de Diputados de la Nación: "Producidos los dictámenes de las comisiones, serán impresos [...]. Una vez impresos, se los distribuirá [...], se pondrán a disposición de la prensa y quedarán en observación durante siete días hábiles". Esta es la regla principal que violaron los diputados kirchneristas en el tratamiento de la ley de servicios audiovisuales. La cláusula busca que la elaboración de las leyes tenga un carácter público. Que la ciudadanía, a través del periodismo, pueda controlar el trámite de las normas que la van a regir.
Ell diputado Gerónimo Vargas Aignasse (Frente para la Victoria-Tucumán) explicó la razón de la urgencia. Para justificar que la sesión comenzó cuando ya se había agotado el tiempo reglamentario, Vargas Aignasse propuso: "Imagínense si este Congreso tuviera que declarar la guerra y le dijera a la gente: señores, cayó la sesión porque algunos legisladores llegaron quince minutos tarde". Vargas Aignasse le puso nombre a lo que está sucediendo: es una guerra contra los medios de comunicación privados, cuya existencia es percibida por un amplio sector de la clase política como una restricción a la democracia



Julio Cobos, que estará en ejercicio de la Presidencia cuando se trate la ley en esa cámara, será reemplazado por José Pampuro. Como presidente provisional, Pampuro acordó con Cobos y el resto de la oposición que el proyecto sea girado a cinco comisiones (Presupuesto y Hacienda, Libertad de Expresión y Comunicación, Asuntos Constitucionales, Derechos y Garantías, y Educación y Cultura).
La pasión por las citas deja ver el corazón del proyecto que comenzará a tratarse la semana que viene en el Senado. En su articulado anida el sueño de modelar una sociedad a imagen y semejanza de la bibliografía. El texto se debe a las plumas de los profesores Luis Lázzaro, Damián Loretti y Martín Becerra, inspiradores del titular del Comfer, Gabriel Mariotto. Sin el didáctico auxilio de estos académicos es posible que Agustín Rossi no hubiera conseguido los votos de la centroizquierda para aprobar la ley. Ellos se cobraron su aporte con una conquista corporativa: las facultades de Ciencias de la Comunicación tendrán un lugar principal en los órganos de control.




Para conseguir estas adhesiones, Kirchner tuvo que entregar una obsesión. Ni Eco ni Chomsky ni Foucault juntos lograron que la izquierda admitiera que las telefónicas se transformaran en operadoras de TV por cable. Kirchner aspira a que Telecom quede en manos de Ernesto Gutiérrez y Eduardo Eurnekian, asociados a la familia Werthein. La empresa sería el corazón de un multimedios amigo. Ese proyecto abreva en la misma fuente que el estatismo izquierdizante: el prejuicio de que las sociedades son susceptibles de ser controladas por los medios de comunicación. No en vano el programa político del canal del ahorrativo Rudi Ulloa, en Río Gallegos, se llama El ojo del amo . Al kirchnerismo se le puede reprochar cualquier pecado menos la hipocresía.
Fuente: Carlos Pagni
LA NACION

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