miércoles, 22 de diciembre de 2010

La libertad de expresion



Es la libertad de expresar pensamientos, ideas o creencias a través de la palabra (escrita u oral), la expresión artística, científica, etc. Sin que el Gobierno influya.
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La libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho humano, señalado en el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y las constituciones de los sistemas democráticos, también lo señalan. ...
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Hermenegildo Sabat
El dibujante político que hizo enfurecer a Cristina K, prefiere evitar las palabras
Desde hace 35 años editorializa con ilustraciones las notas de política de “Clarín”. Siempre se alegró de no haber sido objeto del berrinche de ningún político argentino desde su llegada a los medios gráficos nacionales, en 1966. Pero la alusión a un mensaje “cuasi mafioso” que la Presidenta creyó leer en una caricatura suya rompió el récord de este artista premiado por la fundación García Márquez por “su conducta intachable ante el poder”.

Hace algún tiempo, Hermenegildo “Menchi” Sábat dijo considerarse “un afortunado” porque nunca había recibido un insulto ni una expresión de enojo de parte de ninguno de los políticos que supo retratar en su extensa trayectoria como dibujante, ni durante la dictadura ni en los años de democracia. Pero dicen que siempre hay una primera vez, y en esta oportunidad fue la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner la que hizo referencia directa a una de sus caricaturas para calificarla como “un mensaje cuasimafioso”, en su último discurso en Plaza de Mayo.

La ilustración que enojó a la mandataria fue publicada por Clarín a propósito de una nota sobre la ausencia de diálogo entre el campo y el Gobierno, y la mostraba con su boca cerrada por una venda cruzada. “¿Qué me quieren decir, qué es lo que no puedo hablar, qué es lo que no puedo contarle al pueblo argentino?”, se preguntó.

Sin embargo, detrás de ese “mensaje cuasimafioso” que la Presidenta creyó “leer” entrelíneas, se encuentra uno de los caricaturistas más respetados, reconocido no sólo por sus pares por su capacidad de dejar a un lado las palabras y editorializar con dibujos la realidad política argentina desde hace más de 40 años.


Con sello propio. Sábat nació en Montevideo, el 23 de junio de 1933, y ya desde muy chico sabía que seguiría el camino del abuelo paterno que no llegó a conocer: ser dibujante político. Cuando cumplió los 21 años, logró que sus ilustraciones fueran publicadas en el diario uruguayo Acción, dirigido en aquel momento por el ex presidente Jorge Battle.

Poco después pasó a El País –algo así como la versión uruguaya de La Nación–, donde según él mismo cuenta, escribía, diagramaba, sacaba fotos, titulaba y, a veces, ilustraba. “Fue una experiencia que me ayudó a pensar como periodista, a concentrar la cosa de modo tal que se pueda eliminar la palabra, que el dibujo transmita algo que pueda ser comprendido”, asegura. Pero cuando lo nombraron secretario general de redacción, en 1966, prefirió dar un paso al costado y mudarse a Buenos Aires.

Su primer acercamiento a los medios locales fue a través de Primera Plana, el matutino en el que trabajó hasta su cierre, en 1969. Luego fue convocado por Jacobo Timerman para incorporarse a La Opinión, una invitación que él aceptó gustoso, pero con la única condición de no tener que trabajar con las palabras. Así nacía Sábat, el caricaturista político. Una figura terminó por consolidarse en Clarín, el medio que lo contrató en 1973 para incursionar en esa manera distinta de “decir”.

“Prefiero expresarme con dibujos que con palabras, porque no existe en un texto la desfachatez que puede dar un dibujo”, dice. Poco adepto a relacionarse con el mundillo político que retrata, en 2004, fue premiado por la Fundación Nuevo Periodismo de Gabriel García Márquez por su “conducta intachable ante el poder”.

“Es más difícil dibujar en democracia que en dictadura”, sentenciaba en esa oportunidad, porque mientras “en las dictaduras siempre se apunta sobre uno o dos personajes”, en la democracia “el abanico se abre, pero termina por hacerse monótono” y siempre se acaba apuntando igual sobre unos pocos. “La democracia debería ser más participativa. Siempre es Kirchner o la señora de Kirchner”, reclamaba.

Fuente: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0249/articulo.php?art=6663&ed=0249

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